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LA NOCHE DE LA CONDESA

  • Iván Ulloa del Carmen
  • 14 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Corría el año de 1981, el señor Felipe Flores fue encargado para trabajar como guardián de la recién adquirida casa de la empresa del señor Leon Rupp, tenía ya la edad de 49 años, de temperamento fuerte por su raza Ayacuchana contrastaba con su amabilidad y lealtad para con sus amigos. Don Felipe dormía tranquilo en una pequeña habitación que ocupaba en el tercer patio de la casa, ya habían transcurrido varios meses desde que él pisara la casa, a veces el frío de la noche lo despertaba a menudo en la madrugada y solía dar un recorrido por la casa a manera de guardia si escuchaba algún extraño ruido. Una noche de Noviembre de ése año con el cielo despejado y tan brillante que parecía de día, los patios y pasillos extrañamente dibujaban sombras entre las rejas y paredes y una extraña sensación de inquietud rodeaba la tranquilidad de la casa.

Don Felipe llega hasta el patio principal, el canto de una ave nocturna que por ahí pasaba volando le llama la atención, entre murmullos alza la voz con ásperas palabras para ahuyentar las malas energías. Al percatarse que no había nada raro decide regresar a su habitación a conciliar el sueño pero la luminosidad de la luna al apagar la luz se filtraba por entre la ventana, un viento fuerte corría por los pasillos y a veces le parecía escucharlo silbar, cuando ya entrada la noche poco a poco se quedaba dormido algo lo despertó estrepitosamente, al abrir los ojos frente a él estaba una mujer alta, más alta que el marco de la puerta vestida con mantos blancos , el cabello suelto que le brillaba con un extraño color dorado.

Ella se dirigió directamente hacia la cama y en movimientos insinuantes trató de tener contacto sexual con el guardián, don Felipe ante su asombro y toma de conciencia no dudó en enfrentarse a ella, según cuenta: Se quitó la correa y a latigazos la largó de su habitación, unas extrañas chispas de fuego salían de cada golpe que le daba al espectro, su enfrentamiento fue acompañado de palabras de alto calibre y el temperamento ayacuchano de don Felipe se hizo visible al enfrentar a la Condesa, a la cual desde ése momento bautizó como : " La Gringa " , pasaron los días, meses y años, la luna iluminaba los patios de la casa cada cierto tiempo, las noches eran tranquilas, a veces don Felipe se despertaba extrañamente en la madrugada... pero la Condesa o mejor dicho : " La Gringa " ya no volvió a molestarlo. Aún así cada noche de luna llena se escuchan a altas horas de la noche entre patios y pasillos el lamento y los pasos perdidos a algún alma errante que busca el descanso eterno o el momento de aparecerse ante algún desprevenido noctámbulo que ose dar una vuelta por su antigua casa. Narración : Don Felipe guardián del Palacio de Barbieri, noche de 1981

 
 
 

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